7.8.19

Mi experiencia del Camino de Santiago


Hace tiempo que tenía ganas de repetir esta experiencia de la que tanto aprendí hace 15 años con mi amigo Valentín y que Paulo Coelho plasmó en su libro "El peregrino de Compostela".

El Camino de Santiago es una de las rutas más antiguas de peregrinaje de la cristiandad. Parte desde diferentes partes de Europa, llega hasta la Catedral de Santiago de Compostela en Galicia donde supuestamente se encuentran los restos de Santiago el Mayor, uno de los 12 apóstoles de Jesús de Nazaret y continúa hasta Finisterre.

Santiago peregrinó hacia la romana Hispania para predicar el evangelio y transmitir el mensaje fundamental de Jesús: "Amaos l@s unes a les otres como yo os he amado".

 Mi experiencia ha sido corta pero intensa. Físicamente, si no estás acostumbrad@ a andar, lo de menos son las ampollas, tus rodillas sufrirán, así como algún tendón de la pierna, algo de lo que en principio deberías recuperarte en unos días. Espiritualmente, si sabes leer entre líneas, aprenderás mucho.

Uno de los aprendizajes, que necesitaba recordar, es que mi cuerpo y mi mente son más resistentes de lo que creo. Que necesito estas experiencias para salir de mi zona de confort y fortalecerlos.

Pero la mayor experiencia de todas ha sido la espiritual, como también describe Paulo Coelho en su libro. Dicen que para recoger la Compostela, debes hacer el Camino por motivos espirituales o con intención de búsqueda.

Aquell@s que me conocéis sabéis que no soy sectario, que me gusta estudiar todas las religiones y filosofías y entender el porqué de los símbolos y rituales humanos y religiosos, pero no me caso con ninguna ideología ni credo. Para mí la mayor espiritualidad está en lo cotidiano y este camino ha sido algo muy espiritual, pues mi actitud es siempre de búsqueda y aprendizaje. 

Una de las cosas sobre las que reflexiono siempre, y que no podía faltar de venir a mi cabeza en este camino de peregrinaje (que no es más que un símbolo de nuestro peregrinaje por la Vida) es que, como dice Krishnamurti, frecuentemente adoramos al mensajero pero olvidamos el mensaje. 

En el  nuevo milenio parece que el Camino se ha puesto más interesante que nunca. Ahora ya no sólo hay mayoría de peregrin@s españoles, sino que hay muches más peregrines de todas las nacionalidades. Con lo cual debemos aprender a convivir con personas diferentes, de otras culturas y de otras religiones, lo cual es la auténtica esencia del Camino: respetar, tolerar y amar al diferente. Ese debe ser el auténtico espíritu cristiano.

De nada nos sirve hacer el Camino de Santiago, rezar a Jesús, a Buda ó a Mahoma, leer a Nietsche, a Patanjali ó a Aristóteles, si no aprendemos a respetar, tolerar y amar al diferente: al árabe, al chino, a la mujer, al hombre, al cristiano, al musulmán, al de izquierdas ó al de derechas.

De nada nos sirve ser religioso ó ateo, hacer meditación ó yoga, si no entendemos lo que se define como Karma Yoga, el Yoga de la acción desinteresada. Lo que ha hecho grandes a seres humanos como Krishna, Buda, Jesús, Gandhi, Martin Luther King, Santa Teresa de Calcuta ó Nelson Mandela.

Y es por ello que la mejor experiencia que viví, y donde mejor pude entender la esencia del camino y del Karma Yoga, fue cuando encontramos a una peregrina a la que le había salido una ampolla y no podía andar. Sin mediar palabra, Silvia se agachó a ayudarla, dejó su mochila, se sentó, sacó el Betadine, la aguja, el Compeed y se puso a hacerle la cura.

Esta sencilla acción es la que nos hace human@s, es la única que nos salvará como Humanidad y es en la única dirección en la que puede ir la evolución humana si queremos medrar.

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Santiago Pigmalión.