Nietzsche fue hijo de un pastor protestante. La rabia y la rebeldía contra el dogma de las religiones que tergiversaron el cristianismo le hicieron buscar como culpable a Jesús de sus desdichas y las del hombre.
El Zarathustra de Nietzsche busca la justicia y la virtud puras del ser humano. Es un profeta del ateísmo, y el cenit de la arrogancia antropocéntrica. Todo su libro es una clara apología al amor.
Este filósofo realmente amaba a la Humanidad, siempre y cuando ésta actuara de forma individual defendiendo la Verdad y enfrentándose con los dogmas.
Él predicaba el no arrodillarse ante Dios, aunque yo lo interpreto más como el no arrodillarse ante a aquellos que utilizan a Dios para hacerse con el poder de la Verdad, y para justificar su razón a través de dogmas.
El uso del lenguaje y de ciertas palabras es delicado, porque cuando recibimos un mensaje, lo recibimos desde nuestra subjetividad. La palabra Dios, así como la palabra Amor o la palabra Inteligencia, a pesar de tener una definición más o menos común para todas las culturas, es una palabra de una gran ambigüedad.
Por eso, una de mis preguntas favoritas cuando hablo de religión o de filosofía es: ¿Qué es Dios? Cada cultura, cada filosofía, cada religión y cada dogma religioso tiene una interpretación diferente de lo que es Dios.
En mi anterior artículo sobre Nietzsche me pregunto (me encantan las preguntas) si Nietzsche leyó el Bhagavad Gita, uno de los libros sagrados de la India. Por un lado porque si estudió teología, y precisamente su personaje favorito tiene el nombre de un antiguo filósofo que pertenece a una época no muy lejana de la de Krisna, creo que le tuvo que gustar bastante el tema.
Krisna en el Bhagavad Gita, nos habla de que Dios tiene muchas formas, al igual que Jesús nos dice en el Nuevo Testamento. No habla de Dios de una forma dogmática. El problema es que las religiones las han creado personas, y las personas que son subjetivas y tienden a interpretar, tergiversan las palabras de los maestros.
Me gusta la teoría del Superhombre. Creo que todos tenemos la obligación de ser lo más nosotros que podamos ser. Pero siempre teniendo Conciencia de lo que somos y a lo que pertenecemos.
Somos parte de Dios, de un Todo. De una Energía Suprema que nos ha creado y que nos ha dado la Vida. A esta energía, que ya Krisna le ponía diversos nombres, otros lo llaman Yahvé, otros Jehová... le debemos un respeto y un agradecimiento.
Las tribus humanas no racionalistas, se humillan y se arrodillan ante lo Supremo, la Naturaleza creadora, el Tao, como lo llama Lao Tsé.
Nosotros, con nuestra rabia, con el dolor que nos han causado los que se abanderan en nombre de Dios, y se matan entre ellos, es decir nuestros ancestros, los que también nos han dado la Vida tenemos un gran miedo a perder la dignidad arrodillándonos.
Como dice Nietzsche en su libro, no debemos arrodillarnos delante de aquellos que nos atemorizan con el infierno, ni con el castigo. Pero yo creo que sí debemos arrodillarnos ante lo desconocido, ante el poder, ante la Vida y ante la Muerte. A mí me gusta llamarlo Dios. Creo que hay que tener orgullo de nuestras raíces, ya sean judías, cristianas, mahometanas, budistas, taoístas... Nos han dado mucho, entre ello un gran código ético. Pero hay que desentretejer y desenmarañar la Verdad.
Hoy, gracias a la bendita y sagrada Internet, el conocimiento se transmite más rápidamente. Cada vez cabe menos lugar para la ambigüedad. Creo que el entender la religión (incluído el ateísmo, que es otra religión) es importante para alcanzar la paz mundial, que no llega sino a través de la paz interior y con otras culturas.
Los seres humanos debemos unirnos y no disgregarnos. Basta de protestantismos, escuchemos a todos estos maestros y pensadores, pero pensemos por nosotros mismos.
Creo que el Antropocentrismo llegó a su cenit en Nietzsche, y Hitler mostró su arrogancia a creer que su raza era la mejor. No creo que tenga nada que ver uno con el otro. Nietzsche mató a Dios, y Hitler mató a muchos hombres. Tampoco soy yo quien para juzgarles, pues al primero que he de juzgar es a mí mismo.
Pero vivimos en una Nueva Era. La era de la expansión de la Conciencia. Volvamos con humildad al Teocentrismo. Somos una pequeñísima parte del Universo. No podemos sino admitir nuestra pequeñez. Pero eso sí, podemos aceptar el don que Dios nos ha dado, y que Nietzsche defiende por encima de todo: seamos Superhombres, con todas las virtudes humanas, no sólo las que elige él. Es nuestra responsabilidad, hacer lo mejor con el regalo que nuestros padres y ancestros, a través de la Energía Suprena del Creador, nos han dado.
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