Durante mi maravilloso viaje a Hollywood, donde tuve la suerte de poder vivir durante 6 meses, viví experiencias muy fuertes de todo tipo, desde conocer a increíbles músicos como Scott Henderson o Carl Verheyen, hasta conocer las poderosas virtudes del Yoga y la Meditación, disciplinas que allí son habituales casi como aquí el Fútbol.
Como todo tiene sus pros y sus contras, el exceso de estudio (estaba en Musicians Institute y quería sacar las mejores notas para optar a una beca), me pasó factura. Ya nos advirtieron en la escuela que nos lo tomáramos con calma y que descansásemos los fines de semana. Desobedecí.
El resultado de mi exceso de estudio: ansiedad.
Entré en una situación y tuve unas vivencias que no se las deseo a nadie. Preso por mis ataques de pánico, con la ansiedad de los estudios, de que quedaba poco para terminar de estudiar, de que me enfrentaba a un largo préstamo que había solicitado para poder pagarlos, y de la incertidumbre de encontrar trabajo como músico en España...
Toda esta presión explotó de golpe y desesperadamente acudí a un médico que, tras consultar un libro más gordo que el de Petete, me recetó ni más ni menos que Prozac. Le dije que ni loco iba a tomarlo y me dijo que si no lo hacía, la crisis me iba a ir a más con el paso de los años, que iba a tener episodios de insomnio...
Con la sugestión que me regaló aquel hombre (víctima como yo de una sociedad extremadamente racionalista), sus premoniciones se cumplieron al instante, y a partir de ese día viví un cuadro de insomnio que me duró una semana.
Me propuse vencerlo con todas mis fuerzas a base de, primero dejar de ir a clase, sesión de psicólogo en el MI, subirme a Hollywood Hills todos los días a las 6 de la mañana, practicar una hora de Hatha Yoga con nuestra adorable maestra Brittny Roberts (que me dió mucha paz y luz y a la cual estoy profundamente agradecido) a las 8, natación a muerte por las tarde y una dieta estricta de frutas, verduras, infusiones relajantes y meditación. Parece ser que lo conseguí (con ataques de pánico incluidos en el pack por supuesto, ahora me rió pero tuve momentos de querer quitarme la vida) Al sexto día caí rendido, concilié el sueño, algo que pensaba que jamás ocurriría, gracias también a la ayuda de mis estupendos amigos que estaban todo el día sacándome de paseo, poniéndome videojuegos, y acompañándome a hacer deporte.
Tras recuperarme casi del todo, decidí conformarme con el Certificate in Performance, renunciando al grado de un año, lo cual me iba a suponer mucha más deuda, y el mismo escaso reconocimiento en España que el Certificate. Además consideré que tenía los conocimientos necesarios para iniciar mi proyecto FMTH.
Nada más subir al avión, volvió la ansiedad. Cuando llegué a España comenzaron de nuevo los ataques de pánico y la ansiedad. Así que decidí apuntarme a Yoga Iyengar, lo cual me ayudó de nuevo a recuperarme, aunque duré poco tiempo ya que requería mucha disciplina, la cual no tenía en ese momento y menos en ese estado.
Una vez recuperado, decidí que el Yoga y la Meditación iban a formar parte de mi vida.
Tras vivir con Carmen, de la cual aprendí mucho sobre estas disciplinas, y tener algún ataque suelto cada vez menos frecuente, comencé a coger experiencia en la Meditación. De 15 minutos que era lo máximo que era capaz de aguantar, conseguí tiempos de media hora, lo cual para un experto es algo de risa, pero para mí era un gran logro (siempre he sido una persona que por fuera se me ve muy tranquila pero por dentro soy puro nervio!)
Desde que el año pasado decidí iniciar con seriedad los estudios de Kriya Yoga a través de las lecciones de la SRF, fundada por Paramahansa Yogananda (uno de los precursores del Yoga en occidente, y maestro espiritual de Gandhi, al que se le dedicó playa de los Swamis en California, mencionada en la famosa "Surfin' USA, con famosos adeptos como George Harrison, Elvis Presley, Marlon Brando o Steve Jobs), he conseguido aumentar mi disciplina y práctica meditativa gracias a sus increíbles lecciones.
Paramhansa habla del Yoga como ciencia y no como religión. Es algo que debemos experimentar por nosotr@s mism@s.
Mi investigación y experimentos concluyen en que a día de hoy, después de un año de seguir las lecciones, con muy poca disciplina, soy una persona nueva, más tranquila, con menos apegos, he vuelto a aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y siento una paz y felicidad tremenda. A los seis meses de práctica, comencé a sentir una necesidad tremenda de escribir en Facebook y en este blog sobre Paz y Amor, dos tópicos que parecen pasados de moda, a los que tenemos mucho miedo por nuestra represión social, y que lejos de hacernos blandos nos hacen FUERTES Y VALIENTES.
Hoy, después de 15 días sin meditar por mi indisciplina, es cuando mejor me he dado cuenta del PODER DE LA MEDITACIÓN. Ya empezaba a sentir el nerviosismo habitual en mí (que ahora me doy cuenta de que lo he tenido desde pequeño, pero se me había olvidado que a los 16 años era una persona irritable y excesivamente sensible), y a los 20 minutos de estar meditando he comenzado a sentir una paz y una calma increíble que sé ya por experiencia que aunque no siguiese meditando, me va a durar varios días.
Lejos, y como un sueño, quedan aquellas experiencias agónicas que viví hace ya 6 años (se dice pronto).
Me quedo con las otras mil maravillosas que viví allí, las personas excepcionales que conocí y todo lo MUCHO que aprendí.